Corrían los años 40 cuando un joven granaino, del pueblecito de Guadix decidiera emigrar de su localidad natal hacia un nuevo destino en Catalunya. A su vez una jovencita de Jaen partiria con sus hermanas hacia tierras catalanas para poder trabajar y tener una vida mejor. Lleida seria la ciudad que los acogería y los presentaria para que surgiera el amor.

 

Pepe ya venía de tradición churrera en Guadix aunque en Lleida estuvo trabajando de pintor los primeros años, a su vez en Granda su hermano regentaba la Churreria del parque. Antonia llegó para trabajar de limpiadora, después de casarse y de intentar tener un bebé, decidieron trabajar juntos. Con decisión de emprender y con poco más de 20 años, en el centro nostálgico de la ciudad y bajo la falda de la imensa Seu Vella, Pepe y Antonia construïrian una especie de barraquilla con chapas prestadas y recogidas, con mucho esfuerzo y humildad pero con muchas ganas.

 

Pronto se harían dueños de sartenes y churreras y empezarian a servir churros y patatas fritas, para llevar inicialmente. Los clientes que nos recuerdan de los años 50, nos explican las colas que se formaban en aquella barraca sobretodo en los inviernos fríos de Lleida y los mayos repletos de bautizos, comuniones y celebraciones. La plaza del depósito guardó durante una década esa pequeña barraquilla que aparece en casi todas las fotos de la época.